(A Tiziana, para que nunca me recuerde)
No te ofrezco mis disculpas.
Arrepentirme no quiero.
La culpable es la distancia
que se alía con el tiempo
y el pasado de la vida
lo devuelve cual un sueño.
Yo no puedo recordarte
por mucho que ponga empeño.
No recuerdo aquella risa
que estremecía tu cuerpo
al romper la carcajada
la tristeza del silencio.
No recuerdo si la vida
nos unió en algún momento.
Si en el camino que anduve
me dio descanso tu cuerpo.
Por eso si no te escribo,
es porque no te recuerdo.
Si no te llegan mis cartas
te mando este pensamiento:
“ a pesar de la distancia
y de lo espeso del tiempo.
Aunque nunca más volvamos
a juntar pena y aliento.
Ante cualquier lejanía,
sobre cualquier sentimiento,
frente a todos los pasados,
vives en mi como un sueño.
Eres como las flores
que nunca tienen invierno,
permanecen en el alma
sin marchitarse, y al intento
de quererlas deshojar,
sus pétalos se trastocan
en aroma de alegría
que te obliga a amar la vida
aunque sea sufrimiento”.
Por eso yo no concibo
que te pueda recordar.
Jamás se recuerdan cosas
que no has podido olvidar.
Es así que no te escribo
porque nunca te recuerdo.
Y es que, para recordarte…
debo olvidarte primero. |
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El que calla ante la injusticia y la tiranía, no hace otra cosa que esconder, detrás del silencio, su cobardía.