domingo, junio 23, 2013

EL PODER DE LA INGRATITUD 

Carta a un hermano caído

Juan de Dios Dávila




Fidel, hoy te escribo con la profunda convicción de que estás en la Casa del Padre, con la serena y eterna alegría, en compañía de nuestros padres, de tu hijo Fidel, que prematuramente fue en tu busca, y de todas aquellas personas justas y buenas que han experimentado la misericordia de Dios, que nuestros padres nos contaron y trasmitieron con su ejemplo.
Pero también te escribo con la profunda tristeza de ver que aquel criminal atentado quedará impune, porque 20 años no son nada excepto para los asesinos que se beneficiarán de la prescripción. Triste es que no se haya investigado ni detenido a vuestros asesinos.Roma sí paga traidores.
Te escribo desde la profunda tristeza de ver cómo algunos obispos y muchos sacerdotes creen en el nacionalismo y muy poco o nada en Dios. Sobre ellos cae hoy la sangre de los inocentes.
Te escribo desde la impotencia al ver la impunidad de los asesinos y los homenajes de que son objeto, sin que el Gobierno de Rajoy haga el más mínimo esfuerzo por investigar y detener a vuestros asesinos, evitar el enaltecimiento del terrorismo e impedir que sigan en el poder.
Esto sea quizás lo que más me duele, Fidel, porque veo que, hoy, en España, cuanto mayor es el crimen y la injusticia, mayor es la probabilidad de que quede impere la impunidad. Por el contrario, hermano, a aquellos que hicisteis de vuestra vida entrega, servicio y sacrificio por todos los españoles quieren enterraros en la fosa del olvido, echando sobre vuestras tumbas paladas de mentiras.
El mero recuerdo de vuestras vidas, el explicar por qué fuisteis asesinados, y que los que os asesinaron tienen hoy el poder político en casi el 50% de los municipios vascos, es entendido por nuestro Gobierno del PP como un obstáculo para la paz. Como si lo justo y lo honrado no tuvieran cabida en la sociedad que quieren construir.
Y esto es quizás lo más peligroso, Fidel, porque vuestro ejemplo y vuestra vida molestan, porque los principios que convertisteis en virtudes no son la base en la que se quiere fundar la sociedad. Hoy, nuestro Gobierno no piensa en la justicia como norma de actuación, su compromiso es solo con su propio interés.
Te escribo también con el convencimiento, que compartías, de queen España hay una gente formidable, excepcional. Siempre recuerdo cómo hablabas de tus caballeros legionarios paracaidistas, cómo veías en ellos esa nobleza y capacidad de sacrificio del pueblo llano; que salen siempre que se les ofrece algo grande y generoso por lo que dar la vida y ven que el capitán va delante de la compañía, juntos en el sacrificio, a cumplir el objetivo.
Siempre estuvisteis dispuestos, tú, tus compañeros y paracas, a asumir cualquier tipo de sacrificio por el bienestar de todos los españoles, sin diferencias y sin cálculos. Pero hoy, Fidel, el sucio y egoísta interés propio, la avaricia, la mentira y la cobardía dictan las decisiones del Gobierno y de la mayor parte de los políticos. Ellos no entienden que están para servir, ellos entienden el poder como privilegio, unos para enriquecerse, otros para envanecerse, muchos para ambas cosas. Muy pocos políticos entienden el poder como un instrumento para servir a los españoles, y esa escasa minoría de políticos honrados son perseguidos igual que vuestro ejemplo, porque vuestra mera presencia es una denuncia de su comportamiento vil, disfrazado de "ansias infinitas de paz"; como si la paz se pudiera construir desde la injusticia.
En el 20 aniversario de vuestro asesinato, es el poder de la ingratitud el que nos gobierna, Fidel. Se quiere os desterrar porque sois ejemplo de que otra España es posible. Otra España mejor. Pero tú, Fidel, que hoy gozas de la Esperanza hecha Vida, intercede por nosotros, para que nuestro empeño en construir una España unida, diversa, justa nunca ceda a la desesperanza, al escepticismo. Para que hagamos vida ese lema que viviste y me hiciste aprender de niño: "Sobre nosotros, Dios; con nosotros, la victoria; en nosotros, el honor. Vencer o morir". Siempre fieles, hermano. Siempre fieles.


Nota: El hermano del autor, Fidel Dávila, y otros seis militares fueron asesinados por la banda terrorista ETA el 21 de junio de 1993 en la madrileña glorieta de López de Hoyos. En el atentado, perpetrado con coche bomba, resultaron heridas otras veinte personas.



jueves, junio 20, 2013

"DISTOPÍA", UN ANGLICISMO INDESEABLE - Por Michelle Roche Rodríguez

UN ANGLICISMO INDESEABLE

Por Michelle Roche Rodríguez
@michiroche

Las palabras muchas veces dicen más por lo que sugieren que por lo que significan. En enero, durante la presentación de una novela en la librería La Central de la plaza El Callao de Madrid, José María Merino, narrador, ensayista y académico, declaraba haber sido el impulsor de la moción para incluir a la palabra “distopía” en la próxima edición del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. La voz es, por ahora, un anglicismo que describe a una sociedad ficticia e indeseable; lo contrario de la utopía, como llamó Tomás Moro en 1516 a la república ideal de su libro homónimo. Se disculpaba Merino como si fuera su responsabilidad que la esperanza se hubiera convertido ahora en pesimismo.
Aunque sea apenas un detalle cotidiano, el hecho no deja de ser importante, pues prueba una manera nueva de entender el orden mundial. Si hoy el DRAE define utopía como el plan o “sistema optimista que aparece como irrealizable en el momento de su formulación” es porque en la temprana formación de la mentalidad moderna existía la esperanza de que la organización de los Estados pudiera determinar la estructura de comunidades prósperas, estables y seguras. Pero desde que el capital se convirtió en el elemento de producción y la base de la riqueza nacional y social, las utopías ya no sólo son vistas con desconfianza por parecer irrealizables, sino que lo único que inequívocamente parece dibujarse en el horizonte del futuro es la infelicidad. Y como todo futuro es reflejo del presente, proliferan las imágenes de sociedades esclavizantes y las repúblicas indignas.
En la tradición anglosajona, dystopia es el lugar imaginario donde todo es malo o desagradable, típicamente estados totalitarios o naciones demasiado contaminadas. Ejemplos del primer caso son los territorios descritos en las novelas Un mundo feliz (1932) de Aldous Huxley; 1984(1949) de George Orwell o Fahrenheit 451(1953) de Ray Bradbury. Y del segundo son El rebaño ciego de John Brunner, y La Carreta(2006) de Cormac McCarthy. Tiene sentido relacionar a estas sociedades del pesimismo con los creadores del régimen económico fundado en el predomino del capital, porque las dinámicas sociales que propugna se sustentan sobre la competencia y la individualidad. Por eso es que en 1984 la historia debe ser abolida y los libros quemados en Fahrenheit 451: no puede quedar nada que vincule a los individuos entre sí, pues en la dinámica del enriquecimiento sólo serán verdaderamente competentes los hombres  que crezcan aislados.
Como la caída de los comunismos y la proliferación de los populismos de excusa socialista han dejado a la nueva izquierda sin capacidad teórica para ofrecer propuestas reales para la solución de las crisis financieras de las naciones industrializadas, el futuro se perfila hostil y las distopías se convierten en lugares comunes. Y que estas narrativas consiguieran eco en el mundo hispanohablante hasta el punto de querer nacionalizar un barbarismo para naturalizar ya definitivamente al género dentro del que Orwell y Huxley comenzaron a escribir hace casi un siglo, es una prueba de que la sociedad española cambió definitivamente: ya no sólo la crisis financiera es el problema en boca de todos, sino que hasta la ficción confiscó la esperanza.



martes, junio 11, 2013

LA RENUNCIA - Andrés Eloy Blanco

LA RENUNCIA


He renunciado a ti. No era posible
Fueron vapores de la fantasía;
son ficciones que a veces dan a lo inaccesible
una proximidad de lejanía.



Yo me quedé mirando cómo el río se iba
poniendo encinta de la estrella...
hundí mis manos locas hacia ella
y supe que la estrella estaba arriba...



He renunciado a ti, serenamente,
como renuncia a Dios el delincuente;
he renunciado a ti como el mendigo
que no se deja ver del viejo amigo;



Como el que ve partir grandes navíos
como rumbo hacia imposibles y ansiados continentes;

como el perro que apaga sus amorosos bríos

cuando hay un perro grande que le enseña los dientes;


Como el marino que renuncia al puerto
y el buque errante que renuncia al faro
y como el ciego junto al libro abierto
y el niño pobre ante el juguete caro.



He renunciado a ti, como renuncia el loco a la palabra que su boca pronuncia;
como esos granujillas otoñales,
con los ojos estáticos y las manos vacías,
que empañan su renuncia, soplando los cristales en los escaparates de las confiterías...



He renunciado a ti, y a cada instante
renunciamos un poco de lo que antes quisimos
y al final !cuantas veces el anhelo menguante
pide un pedazo de lo que antes fuimos!



Yo voy hacia mi propio nivel. Ya estoy tranquilo.
Cuando renuncie a todo, seré mi propio dueño;
desbaratando encajes regresaré hasta el hilo.
La renuncia es el viaje de regreso del sueño...





 Andrés Eloy Blanco