jueves, abril 16, 2015

Tu perro y tú os amáis por las miradas

Tu perro y tú os amáis por las miradas

Los experimentos muestran que en la relación entre hombre y perro interviene un mecanismo de apego con las crías basado en la oxitocina. El amor entre ambas especies se basa en la retroalimentación de miradas y hormonas. Los perros aprovechan un mecanismo que ya despiertan nuestros bebés
Los perros aprovechan un mecanismo que ya despiertan nuestros bebés - Foto Mikako Mura
Tu perro te mira porque le amas y tú le amas porque te mira. La relación entre ambas especies se basa en un bucle hormonal y sentimental que dura miles de años, según publica un equipo de investigadores en la revista ScienceMiho Nagasawa y sus compañeros han realizado varios experimentos con perros y sus dueños midiendo los niveles de oxitocina, una hormona asociada con los niveles de afectividad. El resultado indica que los perros activan en nosotros un mecanismo similar al que despiertan los bebés y que esto habría reforzado nuestra relación.
Los perros activan en nosotros un mecanismo similar al que despiertan los bebés.
La primera parte de los experimentos consistió en observar elcomportamiento de 30 dueños de perros (24 mujeres y 6 hombres)con sus mascotas (la mitad hembras y la mitad machos de diferentes edades y razas). Después de 30 minutos de interacciones, que incluían jugar y hablar con los animales, los científicos midieron los niveles de oxitocina de perros y humanos en la orina y descubrieron que aquellas parejas que se habían mirado más, presentaban niveles más altos. En un estudio anterior, los mismos autores habían descubierto que aquellos dueños que reportan una mejor relación con sus perros son los que mantienen más miradas con ellos, pero esto aún no era significativo.
En la segunda parte del experimento los investigadores rociaron oxitocina en la nariz de algunos perros y los pusieron en una habitación con sus dueños y algún extraño. Las hembras mostraron una respuesta a las hormonas incrementando el tiempo durante el que miraban a sus dueños, pero no solo eso sino que, al cabo de otros 30 minutos, los niveles de oxitocina de los dueños de los perros a los que se había suministrado la hormona también aumentaban. En otras palabras, la oxitocina administrada a los perros aumentaba los niveles de oxitocina generados por sus dueños, lo que sugiere una relación entre ambos fenómenos. 
La oxitocina administrada a los perros aumentaba la de sus dueños.
Desde el punto de vista evolutivo el estudio tiene un gran interés, porque ofrece una posible explicación de los mecanismos que han llevado a perros y humanos a forjar una relación tan estrecha. Los mismas pruebas se han realizado con lobos criados por humanos y se ha visto que no se produce la misma respuesta. Los psicólogos que empezaron a realizar este tipo de pruebas se inspiraron en los trabajos que habían hecho antes con niños y se dieron cuenta de que los perros respondían muy pronto a gestos humanos cooperativos, como señalar a algo o recriminar una actitud, como si estuvieran especialmente dotados para la socialización. Como explican Evan L. MacLean y Brian Hare en un artículo complementario en Science, este mismo comportamiento no se daba en grandes simios de forma innata, sino solo en aquellos que llevaban un tiempo muy largo viviendo con humanos.
La teoría de la domesticación sugiere que los humanos fuimos seleccionando a aquellos individuos que resultaban más dóciles y socializables, de modo que condicionamos genéticamente las capacidades de nuestras mascotas, por eso otras especies de cánidos como los lobos no miran instintivamente a un humano en busca de cooperación. Este estudio sugiere, además, que el apego se reforzó aprovechando un mecanismo que ya existía en ambas especies para estrechar las relaciones entre los padres y sus crías, de modo que el beneficio es mutuo. En estudios recientes con neuroimagen se ha visto que el circuito que se activa en nuestro cerebro cuando vemos a nuestro bebé es similar al que se activa cuando vemos a nuestro perro. Y con este pequeño truco, sugieren los autores, es como si nuestras mascotas hubieran aprovechado un resorte previamente existente para 'secuestrar' nuestro cariño.


Tu perro y tú os amáis por las miradas