jueves, marzo 20, 2014

Así torturaban y asesinaban los comunistas a las mujeres en los campos de concentración - Libertad Digital

RADOSLAV YORDANOV 
Hace una semana se cumplieron los primeros 100 años de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, fecha en la que millones de personas demandan la igualdad y elogian la figura de las mujeres en la sociedad.
En los países comunistas durante la segunda mitad del siglo pasado, la propaganda del régimen destacaba en este día el importante papel que había desempeñado la mujer en la construcción de la sociedad socialista, y su supuesta liberación de las "ataduras del hombre y la propiedad privada de las sociedades burguesas".
Sin embargo, fue precisamente en los países del bloque comunista , donde las mujeres perdieron todos sus derechos y libertades. En la Bulgaria comunista, por ejemplo, miles de mujeres fueron enviadas a campos de concentración por razones como estas: "quiere divorciarse de su marido", "se viste de forma provocativa y moderna", "escucha música imperialista" o "espera en los puertos marineros estadounidenses para escapar con ellos", etc.

Las inhumanas condiciones de la cárcel de Lovech

Hace 70 años los comunistas llegaron al poder en el país balcánico de forma violenta, y en unos pocos meses asesinaron a miles de personas contrarias a las ideas de la izquierda. Fue también en 1944, cuando el régimen dictatorial comunista creó los primeros campos de concentración para consolidar su poder eliminando los "elementos reaccionarios". Entre 1944 y 1962 había en Bulgaria más de 90 campos de concentración, y en una decena de ellos también encarcelaron a mujeres.
El campo de concentración más duro fue el de Lovech, más conocido como "la cárcel de la muerte". Nikola Dafinov, uno de los supervivientes del aquel terror, contó a Libertad Digital que en Lovech había más de 150 mujeres, que trabajaban en la cantera junto con los hombres. "Murieron al menos 50 mujeres, bien porque les asesinaban por no cumplir la norma diaria, bien porque sus cuerpos no aguantaban las cargas."
Cada día las mujeres tenían que cavar 5 metros cúbicos de tierra para que los hombres encarcelados pudieran sacar piedras. Su comida diaria consistía en sólo 400 gramos de pan y un poco de sopa o agua. Uno de los torturadores, Petar Gogov, reconoció durante un juicio en 1990 que las condiciones en la cárcel eran insoportables. "Muchos presos murieron por la fatiga y el cansancio. La jornada laboral era muy dura. Recuerdo que las mujeres tenían que cavar cinco metros cúbicos de tierra y trasladarla luego a 30 metros de distancia. Era una norma imposible para cualquier mujer."
Además, las encarceladas tenían prohibido ir al baño durante las noches, por lo que tuvieron que utilizar dos cubos. Las mujeres, que sobrevivieron al terror de Lovech, recuerdan también que los vigilantes las obligaban a correr llevando enormes piedras o con carretillas llenas de tierra. Cuando ya no podían aguantar, los comunistas las pegaban y torturaban.

Encarcelada y torturada por intentar divorciarse

Una de estas mujeres fue Raina Gueorguieva que fue encarcelada en el campo de concentración de Lovech por haber intentado divorciarse de su marido. "A los policías comunistas de la cárcel les encantaba levantarnos las faldas y golpearnos. Se divertían mucho cuando nos obligaban a correr llevando piedras enormes. Muchas perdimos la conciencia".
A pesar de que fue golpeada con crueldad en numerosas ocasiones, el peor momento de la joven Raina fue cuando tuvo que presenciar el brutal asesinato de otra mujer encarcelada, que se llamaba Dina Pitzina. "Un día llegó a la cárcel una mujer que tenía sobrepeso y que no podía cumplir con la norma diaria de cavar 5 metros cúbicos de tierra. Entonces, una de las vigilantes llamó a Gazdov para decirle que esta mujer no quería trabajar. Entonces él dijo que había "que eliminarla". Después de recibir la orden, una de las vigilantes empezó a golpearla con una vara, y luego metió la vara en su boca y empujaron hasta que a la pobre mujer se le salieron los intestinos. Los vigilantes dejaron su cuerpo desnudo en la barraca donde dormíamos hasta que al día siguiente se le ordenó a algunos presos enterrarla.

"Nosotros decidimos si vives o mueres"

Otra superviviente del terror comunista en Lovech, Lyliana Popova, fue encarcelada por intentar escapar a la República Federal de Alemania. "Al llegar a este campo de concentración, lo primero que vi fue como el policía Gazdov pegó una paliza a una mujer llamada Yodka. La golpeó varias veces en los pechos con una vara. La mujer no dejó de vomitar sangre durante toda la noche".
Popova recuerda con dolor que cuando llevaba apenas unos días en el campo intentó suicidarse al saltar de la cantera más grande. "Los vigilantes me detuvieron. Ni siquiera me permitieron suicidarme. Me dijeron que sólo ellos tenían derecho a decidir si yo iba a vivir o no. A causa de este accidente, decidieron castigarme al golpearme por todo el cuerpo."
Después de la caída del régimen en 1989, Popova contaría al periodista Hristo Hristov un incidente que también tuvo lugar en el campo de concentración de Lovech, y que nunca podrá olvidar."En la cárcel de Lovech conocí a una mujer, que se llamaba Radka. Era una mujer muy bajita e inofensiva, pesaba 35 kilos como mucho. Un día intentó escapar, pero los vigilantes la detuvieron y la dejaron para que se la comieran los perros. De la pobre mujer no quedó nada" recordaba Popova.

Encarcelados por robar una bicicleta

Al campo de concentración de Lovech también fueron enviados varios miembros de una misma familia como en el caso de los Bushevi. Ivanka y Boris Bushevi se habían casado en 1958, pero sólo tres años más tarde fueron enviados al campo de concentración de Lovech. La razón de su encarcelamiento fue el hecho de que Boris Bushev había robado una bicicleta. Ivanka sobrevivió al terror comunista de Lovech, mientras que su marido fue asesinado.
Busheva recuerda atemorizada que una vigilante llamada Totka Nesheva las golpeaba todos los días sin razón alguna. "Un día Nesheva me ordenó que pegara a otra encarcelada, una mujer joven, y que la metiera una vara en su vagina hasta asesinarla. Me negué a hacerlo, por lo que dos vigilantes me pegaron con una correa durante horas.".
No obstante, la pesadilla de Ivanka Busheva sólo acababa de empezar. "Una segunda vez me torturaron y pegaron con crueldad porque ayudé a Nadia Ivkova, de Sofía. La habían pegado tanto que todos la dimos por muerta. Yo limpié sus heridas, y cuando Gazdov y Gogov se enteraron de ello, decidieron castigarme al pegarme con una enorme correa".

El campo de concentración de Skravena



Cuando la cárcel de Lovech fue clausurada, muchas mujeres fueron trasladas a un campo de concentración exclusivamente para mujeres. Pocas mujeres sobrevivieron para contar sus trágicas historias en Skravena. Historiadores y fiscales coinciden en que todavía falta mucho por conocerse sobre las atrocidades comunistas en los campos de concentración y lamentan que muchos de los archivos fueran destruidos.




Así torturaban y asesinaban los comunistas a las mujeres en los campos de concentración - Libertad Digital




lunes, marzo 10, 2014

Así es el comunismo. Así son los comunistas todos. Ucrania, el genocidio de Stalin.


El dictador soviético asesinó entre 1932 y 1933 a 7 millones de ucranianos, algo que ni Hitler logró. Ahora Kiev no se resigna a volver al redil de Moscú

      ARCHIVO ABC

Una familia ucraniana junto a los cadáveres de sus hijos muertos a causa del hambre

 A la ciudadanía europea, como a sus Gobiernos, le cogió muy por sorpresa la virulenta reacción de un amplio sector de la sociedad ucraniana ante la noticia de que su presidente Viktor Yanukóvich había decidido renunciar a un acuerdo de asociación con la Unión Europea. Les sorprendió más que el hecho en sí, los indicios de que el presidente ruso, Vladímir Putin, iba a convencer al presidente ucraniano para unirse a sus planes.

Desde hace ya muchos años habla Putin de la necesidad de buscar unas estructuras que sustituyan a la Unión Soviética, cuya desaparición él ha declarado la mayor desgracia del siglo XX. Peor que el Holocausto, peor que la invasión alemana de la U.R.S.S., peor que cualquier otra inmensa tragedia de un siglo XX cuajado de brutalidad y muerte, es para el presidente Putin el final de la más larga dictadura soviética.

Él sabe de la historia de la Unión Soviética. Y cuando la reivindica lo hace consciente de que así lanza una nueva propuesta totalitaria. Su proyecto de Eurasia tiene un manto de federación voluntaria de Estados, todos ellos antiguas repúblicas soviéticas. En realidad es el diseño de un nuevo imperio con capital en Moscú, cuyas partes gobernadas por autócratas serían obedientes a Moscú. A cambio de protección frente al exterior y a sus propias poblaciones. Sería una alianza en contra de la occidentalización y del ideal de la sociedad abierta. Que no ha dejado de avanzar hacia el este desde 1989. Y que pone en peligro al propio Putin.
ARCHIVO ABC

Los niños eran abandonados en las afueras de las ciudades por si alguno podía ser recogido. Murieron miles
En esa alianza, dictadores corruptos, como el bielorruso Viktor Lukashenko o el kasajo Nursultán Nazarbáyev, ayudarían a Putin a mantener juntos una forma y estilo de Gobierno, peso común e influencia fuera y dentro, para imponer su orden y sus intereses, frente a Occidente y frente a China. Pieza clave era aquí por supuesto el ucraniano Viktor Yanukóvich.

Ni ciudadanía ni Gobiernos occidentales parecen conscientes de lo que suponía para los ucranianos que sus líderes anunciaran haber decidido no proseguir con la occidentalización y el acercamiento a Europa. Que anunciaran por el contrario la decisión de entregar parte de la soberanía nacional, existente desde hace dos décadas, a Moscú, a la metrópolis de la que llegó tantísimo mal y sufrimiento. Cuando se va a cumplir en tres años el centenario de la revolución bolchevique, Víktor Yanukóvich poco menos que anunciaba a su pueblo el retorno de la historia, de la peor, la más oscura, dramática y sangrienta historia. Que es una historia para el espanto. Para comenzar sería bueno que se recordara que Moscú logró que en apenas dos años, 1932 y 1933, murieran entre seis y siete millones de ucranianos. Los nazis alemanes no lo lograron en tan poco tiempo pese a su genocidio industrializado. Fue más expeditiva la requisa de todo el cereal a los campesinos ucranianos.

ARCHIVO ABC

El horror y el daño causados por Stalin en Ucrania superó con crecer al infligido por las tropas de Hitler

Con motivos ideológicos. Se trataba de imponer la colectivización de la agricultura a la que los campesinos del inmenso granero del imperio se habían resistido en la década anterior. Para ello lanzó Stalin una guerra contra los «kulakos», los campesinos propietarios, que en realidad fue contra toda la población real. La hambruna devastó a la población rural y se extendió a las ciudades. Mientras millones morían, la URSS exportaba trigo. E invitaba a intelectuales franceses o británicos que volvían a sus países elogiando la buena comida de que habían gozado en Ucrania durante una visita guisada por sus anfitriones soviéticos. El cónsul italiano en Járkov, Sergio Gradenigo veía algo más y escribía a Roma: «Cada vez hay más campesinos que fluyen a la ciudad porque no tienen esperanza de sobrevivir. Traen a los niños a los que dejan abandonados en la esperanza de que se salven y regresan a morir a sus aldeas. Se ha movilizado a los “dvorniki” (porteros) con bata blanca que patrullan la ciudad y colectan a los niños. Se llevan en camiones a la estación de mercancías de Severo Donetz. Allí se selecciona. A los no hinchados se les dirige a unas barracas en Golodnaya Gora donde, en hangares, sobre paja, agonizan cerca de 8.000 almas, sobre todo niños. Los hinchados son transportados en trenes de mercancías hasta el campo y abandonados a 50 o 60 kilómetros de la ciudad para que mueran sin que se les vea. A la llegada a los lugares de descarga se excavan grandes fosas y se echa a quienes llegan muertos».

Escenas similares se repitieron por toda la geografía ucraniana. El canibalismo llegó a ser común incluso en las familias. La policía política coincide con el cónsul en otra escena de Járkov. «Cada noche traen unos 250 cadáveres entre los que un número muy elevado no tiene hígado. Les ha sido quitado a través de un corte muy ancho. La policía acaba de atrapar a algunos “amputadores” que confiesan que con esa carne confeccionaban un sucedáneo de pirozki (empanadillas) que vendían inmediatamente en el mercado». En la primavera de 1934 las gentes morían en las calles a un ritmo que no daba tiempo a limpiarlas.

«Ucranofobia» de Stalin

El escritor Mijail Sojolov, célebre por la novela «El Don apacible» escribió dos cartas llenas de espanto a Stalin. En el que pedía, iluso, que interviniera contra las torturas que se aplicaban a los campesinos para que revelaran el escondite de grano. «Con el método del frío se desnuda al koljoziano y se le deja en un hangar. A menudo sufren desnudas brigadas enteras. El método del calor es rociar keroseno en los pies y las faldas de las koljosianas. Después se apaga y vuelta a empezar». Las deportaciones adquirieron dimensiones bíblicas.Centenares de miles de campesinos fueron deportados en programas de colonización a Siberia en muchos de los cuales la mortandad en el primer año superaba el 70%. Antes de la hambruna ya había quedado patente lo que Andrei Sajarov llamó la «ucraniofobia» de Stalin.

Las depuraciones en la intelectualidad sospechosa de nacionalismo habían diezmado las elites urbanas como preludio del horror. Todo esto fue cinco años antes del Gran Terror desatado por Stalin en toda la URSS. Con inmensos efectos en Ucrania. Y también habrían de llegar los decenas de capítulos de desvertebración de la sociedad ucraniana con fusilamientos masivos, como el de Katyn contra élite y oficialidad polaca. Y el acuerdo Hitler- Stalin de 1939 que supuso la anexión a la Ucrania soviética de parte de Polonia, trajo consigo la ejecución de decenas de miles de polacos pero también el exterminio sistemático de los restos de los sectores ucranianos formados.

Y después de Stalin se sucedieron cuarenta años de dictadura y silencio. Nadie podía esperar en Europa, en América o Rusia, que tras veinte años de independencia, los ucranianos ahora se resignaran a volver al redil de Moscú. No sin actos de desesperación y por encima de mucho cadáver. Que confirman al mundo que los planes de incorporar a Ucrania al proyecto de Eurasia de Putin, solo podrían lograrse con métodos muy similares a los aplicados por el Kremlin en los años treinta. Y eso hoy, queremos creer, es totalmente imposible.                                                                                                               

ARCHIVO ABC

Stalin se ensañó con los «kulakos», campesinos propietarios de Ucrania
Horrores para todos los gustos
Los ucranianos reclaman, con sus seis millones de muertos en el Holodomor, ser la mayor víctima de Josef Stalin, como el pueblo judío en el Holocausto lo fue de Adolf Hitler. Cuando los alemanes llegaron en el año 1941, los ucranianos sufrían quince años de horror estalinista. Muchos vieron en la Wehrmacht su forma de vengarse. Ese hecho y el antisemitismo de la región llevaron a muchos ucranianos a simpatizar con los nazis. También ocurrió en el Báltico. Hoy en las tres democracias bálticas, miembros de la Unión Europea y la OTAN, hay menos peligro extremista que en algún país occidental. Stalin, que era georgiano, exterminó rusos, ucranianos, judíos y gitanos igual que Hitler en aquella esquina de Europa. Nadie osa reivindicar a la Alemania de Hitler. Pero Vladimir Putin sí evoca con admiración la URSS de Stalin. Pedir a los ucranianos que repitan suerte bajo Moscú es un sinsentido. Llamarlos nazis por negarse, también. Como lo es generar alarma entre la población rusa. La historia explica, pero no suple las leyes. Y las fronteras de Ucrania, Crimea incluida, fueron reconocidas por Rusia en acuerdo del año 1997.

http://www.abc.es/internacional/20140309/abci-ucrania-genocidio-stalin-201403091201.html


El día que Stalin borró del mapa a dos grupos étnicos Más de 200.000 ingushetios y chechenos murieron por rechazar someterse a la doctrina comunista.

Más de 200.000 ingushetios y chechenos murieron por rechazar someterse a la doctrina comunista.


El gulag estalinista de Pevek | Corbis

RADOSLAV YORDANOV 
El periodo transcurrido entre el 23 de febrero y 12 de marzo de 1944 fue, sin duda alguna, uno de los episodios más oscuros del comunismo. Hace 70 años, el régimen de Stalin llevó a cabo la deportación de todo el pueblo ingush y checheno, durante la cualmurieron más de 200.000 personas.
El 3 de marzo, la República Autónoma Socialista Soviética de Chechenia-Ingushetia oficialmente dejó de existir. Toda referencia a esta república y a su población fue eliminada de las enciclopedias y las mapas oficiales. Ingushetios y chechenos fueron borrados de la tierra de sus antepasados, y los que sobrevivieron la deportación, fueron trasladados a Siberia y a regiones remotas de Kazajistán, Uzbekistán y Kirguistán.


Acusados de colaborar con los nazis

Entre los pretextos que se esgrimían para la deportación destacaba la supuesta colaboración de estos dos pueblos con la Alemania nazi. Sin embargo, las autoridades soviéticas no aportaron ninguna prueba de ello. Además, durante la Segunda Guerra Mundial, unos 40.000 chechenos combatieron en el Ejército rojo, pero cuando Stalin dio la orden de deportación, ellos fueron enviados a los gulag siberianos.
Por eso, varios historiadores aseguran que la verdadera razón de la deportación masiva de estos dos pueblos era su rechazo a la doctrina comunista, porque ésta quería acabar con sus señas de identidad y su modo de vida. En este sentido, el historiador estadounidense Norman Naimark afirma que con su deportación masiva en distintos lugares de Siberia y Asia Central, Stalin quería dispersar a estos dos pueblos para acabar de una vez con sus rebeliones y desobediencia.

Deportados en vagones de ganado

Curiosamente, la deportación comenzó el 23 de febrero, el día del Ejército Rojo. Aquel día, en cada pueblo y ciudad de la república autónoma fueron convocados los hombres en los edificios locales de los Soviet donde, en lugar de conmemorar una de las fiestas de la URSS, se les anunció que en cuestión de minutos serían deportados por colaborar con los nazis. Los habitantes de la república disponían de 15 minutos para recoger sus pertenencias, después de lo cual fueron transportados en camiones hasta las estaciones de ferrocarril más próximas, donde fueron encerrados en vagones de ganado.
Los ancianos y las mujeres embarazadas fueron asesinados, porque se consideraba que requerirían mucho esfuerzo para su transporte y que solo ralentizarían el proceso de deportación. Se estima que durante el viaje, que continuó varias semanas, más de 100.000 personas murieron de hambre, frío y de enfermedades infecciosas. Los familiares de los fallecidos ni siquiera tenían la posibilidad de enterrarlos, ya que los soldados comunistas arrojaban los cadáveres al lado de las vías del tren para no perder tiempo.
Una vez completado el proceso de la deportación, chechenos e ingushetios fueron esparcidos en distintos lugares de Kazajistán, Kirguistán y Uzbekistán donde, entre 1944 y 1948, murieron al menos 80.000 personas a causa de las condiciones inhumanas en las que tuvieron que vivir. Además, las autoridades comunistas habían prohibido a la población local ayudar a los recién llegados.

La masacre de Khaibakh

El pueblo de Khaibakh estaba enclavado en una zona montañosa de difícil acceso, por lo cual a los soldados rusos se les ordenó que se deshicieran de sus habitantes. Dziyaudin Malsagov, uno de los soldados comunistas presentes en Khaibakh , recordaría años más tarde que más de 700 mujeres, niños y ancianos, fueron encerrados en un establo en Khaibakh. " Cerramos el establo y luego lo encendimos. Se escuchaban muchos gritos de mujeres y niños, e incluso algunos consiguieron abrir la puerta. Entonces recibimos la orden de disparar a los que intentaban salir, de manera que la puerta se quedó bloqueada por sus cadáveres y los demás murieron quemados vivos".
Lavrenty Beria y sus soldados de los servicios secretos de la NKVD fueron los responsables de la deportación y de las matanzas, y por su defensa del ideal comunista en la república autónoma fueron condecorados con medallas por las autoridades soviéticas.

13 años de exilio

El 25 de febrero de 1956, el nuevo dirigente de la URSS, Nikita Jrushchov, aseguró que "la deportación de todos los chechenos e ingushetios" y sus "ejecuciones sin previo juicio" "no contribuyó a reforzar la unidad del Partido".
El entonces Primer Secretario del PCUS reconoció, además, que "estas deportaciones no podían justificarse por consideraciones de orden militar".La ruptura de Jrushchov con el estalinismo hizo posible que un año más tarde, en enero de 1957 se permitiera a loschechenos e ingushetios volver a sus casas.


En 2004, el Parlamento Europeo aprobó una moción que reconocía las atrocidades comunistas en Chechenia e Ingushetia como ungenocidio.


El día que Stalin borró del mapa a dos grupos étnicos - Libertad Digital




lunes, marzo 03, 2014

Galgos, amistad traicionada - Miguel Del Pino



Las denuncias siguen saltando a los medios de comunicación y ciertas fotografías espeluznantes dan testimonio de unos hechos realmente vergonzosos. Algunos cazadores castellanos ahorcan a los galgos que no han resultado especialmente aptos para la caza.
Los grandes perjudicados son los verdaderos galgueros, que son la inmensa mayoría. Estos amantes de la caza con galgos en campo abierto los cuidan con verdadero mimo, se intercambian cachorros y aman a sus animales. Por unos pocos pecadores peligra la imagen de numerosos justos.

El galgo español: un velocista nato

El galgo o lebrel español es un perro especializado en la captura de presas por velocidad punta. Forma parte de un grupo de razas llamado Graioide, que comprende otras razas genuinamente españolas, como el podenco ibérico y el podenco ibicenco. También pertenecen al grupo graioide otras razas, estas no ibéricas, como el galgo afgano, el barzoi o galgo ruso y el galgo inglés de canódromo, entre otras.
Resulta espectacular ver el trabajo de los galgos en campo abierto, no sólo por la velocidad que llegan a alcanzar, sino también por su agilidad y sus grandes facultades para el recorte y el atajo cuando se enfrenta a su presa ancestral, la liebre, para cuya captura ha sido diseñado.
El galgo español es algo más pequeño que el inglés, pero no le va a la zaga en cuanto a especialización para la carrera se refiere: longilíneo, de patas largas y finas, cabeza estrecha y hocico afilado. En su diseño todo está encaminado a conseguir la velocidad. Las capas son variadas: barquillo, negro, blanco, pío, verdugo, etcétera.
La zona de Guadalajara alberga un gran número de galgueros. Para ellos el objetivo no es sólo la caza en sentido estricto, sino también el componente deportivo que encierra el trabajo de los galgos a campo abierto. Excelentes aficionados en su mayoría y por tanto especialmente indignados con lo que algunos desaprensivos hacen en otros lugares con sus galgos cuando su labor no les satisface.

Un macabro espectáculo

No es sencillo creer que puedan existir personas capaces de ahorcar a alguno de sus perros cuando no es lo suficientemente bueno para la caza, pero son hechos probados que han tenido lugar con reincidencia en Castilla y León. Las Sociedades Protectoras dan también testimonio de algunos galgos que han sobrevivido, resultando con graves lesiones en el cuello. Mucho más de lo que la sensibilidad de una persona normal puede soportar sin sentirse horrorizada.
Está claro que nos encontramos ante un verdadero delito, contemplado en nuestro Código Penal como maltrato animal, sin duda con todos los agravantes, pero no es tan sencillo probar quien es el autor de la atrocidad y hacer caer sobre él el peso de la Ley. Sabemos de los esfuerzos del Seprona, de las Protectoras de animales y de los buenos cazadores. Entre todos es necesario que erradiquemos estas prácticas de conducta.

Salvando a los condenados

Queremos pensar que en las últimas temporadas de caza el ahorcamiento de galgos va disminuyendo, pero hace unos años la alarma llegó a tal extremo que se constituyeron asociaciones especializadas en la recogida de galgos desechados para evitar su terrible final. Una de ellas, llamada PROA, llegó a establecer una ruta regular hacia Alemania de camiones con galgos rescatados, que eran allí acogidos como excelentes animales de compañía.
La Asociación Galgos y más ha sido otra de las implicadas en la recogida y salvamento de galgos desechados o en riesgo de abandono o sacrificio; por su parte El refugio, bajo la mediática dirección de Nacho Paunero, no sólo ha salvado infinidad de galgos, sino que ha sabido divulgar las tristes historias que muchos han vivido, conmoviendo conciencias y propiciando las adopciones.


Porque es cierto que un galgo corre mucho, pero no por ello tiene que pasarse la vida corriendo. Reconvertidos en perros de compañía son excelentes compañeros de juegos: dóciles, sensibles y muy cariñosos con sus amos adoptivos. Con tres paseos diarios, como cualquier otro can doméstico, tiene suficiente gimnasia funcional para mantenerse en forma.


Si podemos facilitarle algún rato de esparcimiento mayor, como correr tras una pelota en recintos autorizados, comprobaremos hasta dónde llega la belleza de un galgo en movimiento. Realmente es un perro de compañía magnífico, y como tal se está reconvirtiendo en España.

Generalizar es injusto y equívoco

Volvemos a insistir: no es justo generalizar, ya que la inmensa mayoría de los galgueros figura entre los propietarios que mejor cuidan a sus perros. Son ellos quienes más se resisten a dar crédito a las noticias de galgos sacrificados de manera brutal, y quienes más se indignan ante estos hechos delictivos: al tiempo que denunciamos estos casos aberrantes les mostramos todo nuestro respeto.
Queremos dar ánimos al Seprona para que ponga a disposición de la Justicia a quienes se comporten con sus galgos de manera inhumana. En el caso extremo de tener que matar a un animal doméstico, evitemos el eufemismo "dormir", el veterinario lo hará de manera digna y humanitaria.
Y sobre todo fomentemos la adopción de galgos, raza especialmente en el punto de mira en cuanto a necesidad de protección. La familia adoptante no demasiado experta suele mostrarse asombrada ante el comportamiento encantador de su galgo cundo se adapta a la vida doméstica, por cierto con gran facilidad.
A las Asociaciones protectoras que están colaborando en el rescate y entrega en adopcion de galgos no idóneos para la caza, nuestro reconocimiento. Sabemos que su labor requiere grandes esfuerzos y que sus recursos económicos son escasos: todo lo contrario que su entusiasmo.
Y a los autores de estas tropelías con sus perros, una llamada a la reflexión. Es una lástima no saber cuál es la fibra exacta de su sensibilidad a la que habría que acceder para hacerlos mejores personas: para que puedan llegar a ser casi tan buenos como sus perros.


Miguel del Pino - Galgos, amistad traicionada - Libertad Digital