sábado, enero 07, 2012

EL GÉNESIS SEGÚN ZEUS (o el alfa y el omega)

EL GÉNESIS SEGÚN ZEUS (o el
alfa y el omega)
 
 
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Al principio existía solo la quietud, la oscuridad, el vacío y el silencio

Y el silencio era Dios.
Y la oscuridad era Dios.
Y la calma era Dios.
Y el vacío era Dios

Y sintió Dios que era solo.

Y vio Dios que, esto, no era bueno.

Y soñó dios, entonces, con crear El Universo.

Y quiso Dios soñar su sueño.

Y pensó:

“Hágase, de la calma, el universo”
“Hágase, del silencio, el universo”
“Hágase, de las tinieblas, el universo”
“Hágase del vacío, el universo”

Y la oscuridad continúo. Y la quietud permanecía. Y el silencio no se escuchaba. Y el vacío persistía.

Y pensó Dios convertiré el silencio en verbo, el equilibrio en caos y el vacío en luz

Y creó Dios el verbo.

Y la fuerza se manifestó

Y comenzó, entonces, el caos.

Y el verbo se hizo orden.

Y el vacío se hizo luz.
.
Y las sombras se convirtieron en valles.

Y el orden corría entre ellos.


Y separó Dios el azul del verde.
Y el verde del rojo. Y el azul del amarillo.

Y pronunció Dios multitud de palabras que comenzaron a encarnarse y a correr
entre los azules y a través de los verdes.

Y crecían y se multiplicaban.

Y los rojos permanecían en paz.

Y todo tenía cabida en los amarillos.

Y Dios se mecía entre los azules.

Pues veía Dios que aquello era bueno.

Y pasaron, a todo esto, cinco días.

Y, contemplando su creación, llegó Dios el día sexto.

Pero, pensó Dios que aún era solo.
Que debía haber quien lo soñara
para culminar la creación del universo.

Y continuó Dios soñando su sueño.

Y ordenó Dios: “hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”

Y, Dios creó al hombre.
Y el hombre fue creado.
Macho y hembra fue creado.

Y pensó Dios que eso era bueno.

Y dios ya no se sintió solo.

Sonrió, y el sol fue creado.

Y descansó Dios satisfecho luego de ver su sueño realizado.

Y se quedó Dios dormido.

Y era ya, para entonces, el día séptimo.
.

Y el hombre se enseñoreaba sobre los dominios que le habían sido otorgados.

Y observaba los infinitos azules y los brillantes verdes.

Y se servía de los rojos y cultivaba los amarillos.

Y el hombre admiraba extasiado, con respeto, la inmensidad, lo extenso de sus reinos.

Y, se sintió pequeño.

Y se sintió solo.

Y tuvo miedo.

Y le espantó la luz.

Y buscó protección.

Y dijo, entonces, el hombre:
“¡hagamos a Dios!”

Y creó a Dios el hombre.

Y Dios fue creado por el hombre.

Y comenzaron a juntarse los azules, con los rojos y con los verdes.
Y los amarillos con los azules.

Y muchos hombres crearon muchos dioses.
Y fueron apareciendo los grises.

Y todos decían muchas palabras.

Y los grises se comprimían.
Se hacían más y más densos

Y la luz fue muriendo con el verbo.

Y los grises se concentraron en un pequeñísimo punto negro.

Y se fue retirando el caos.

Y se fue regenerando el vacío


Y se manifestó de nuevo la oscuridad.

Y volvió, otra vez, el equilibrio.

Y vino, de nuevo, la calma.

Y salió dios de su descanso.

Y despertó dios de su sueño.

Y sintió las tinieblas.
Y percibió Dios el silencio.
Y palpo Dios la calma.
Y viose envuelto en el vacío

Y vio Dios que era solo.

Y supo Dios que toda su creación no era sino un sueño.

Y percibió plenamente la profunda soledad de la que era hecho.

Y dios, lo comprendió.

Para soportar su eterna soledad, no quiso nunca más realizar un sueño.

Y derramó Dios una lágrima, y creó las tormentas de los sueños.

Y siguió siendo solo.

Eternamente soñando su sueño.

Soñando que el hombre que él soñaba, soñaba su sueño.

Mirándose cara a cara en el infinito Universo.

Soñando.

En el eterno circulo de su soledad y sus sueños.

Y Dios, para no ser solo, soñaba que había creado al hombre y al Universo.

Y es así que permanece infinita y eterna la inmensa soledad de Dios.


Y todo esto ocurrió después del séptimo día.



José Sequeiros

Ferrol, 2003

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