sábado, enero 07, 2012

Hay muertes que llegan así,… de repente.

Hay muertes que llegan así,…
de repente.
 
 
(Hasta luego hermano)


Llegó la noticia cual puño salvaje.
El terrible golpe penetró con saña
Sacudiendo, impune, el cuerpo y el alma
y hasta la conciencia que había de Dios.

La canción, absurda, de todo silencio
sonó como un trueno en la ajena voz.

Tánatos, de nuevo,
demonio rugiente
vino de repente
hasta la morada
y sin decir nada,
secuestró la vida
y se robó el amor.

Y tan solo sientes al tiempo siguiente
del golpe cobarde, traidor y mordiente
gélidos torrentes de desolación.

Transitas el limbo de sueños frustrados,
de abrazos perdidos y besos negados.

Pero ya no hay espacio para arrepentirse,
Tan solo un momento para bendecirle,
antes que la tierra húmeda y profunda
muestre la garganta de la fría tumba
y, con calma atroz ¡ momento infinito!
consuma ese cuerpo pálido y bendito,
que dejó la vida sin decir adiós.

Con él van jirones
de la madre enferma
Que aún libra, ya débil,
la batalla eterna,
murmurando quedo,
con sus labios secos,
plegarias y rezos
por el alma santa
de su hijo muerto.

Aunque allá muy dentro,
casi en lo profundo,
siente que quisiera
destruir al mundo
y maldecir a dios.

Hay muertes que llegan así, de improviso,
tan violentamente y, sin pedir permiso,
destrozan la puerta que habías cerrado
para no enfrentarte con ese otro lado,
pues te causa angustia y te da pavor.

Hay muertes injustas, así de crueles
que a la tierra arrastran juntos a dos seres.
Un solo cadáver a la sepultura
y otro que llorando dolor y amargura,
trocando sus lágrimas en mármol eterno
ya sufre en su alma el candente infierno
y entierra su vida en una oración.

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El que calla ante la injusticia y la tiranía, no hace otra cosa que esconder, detrás del silencio, su cobardía.