sábado, enero 07, 2012

THE END
(Breve historia ecológica de como ocurrió
lo que pudo haber sido evitado.)


Navegan, inquietas,
las nubes en el cielo oscuro.
El Sol, en su trono,
como de costumbre,
vigila sus movimientos.

Abajo,
un hombre pegado a tierra.
Sumergido en una atmósfera negra
que le ensucia la cara.

El Mar,
escultor incansable,
ahogado en océanos de excrementos,
petróleo y detergentes,
modela las rocas
que impasibles,
como cuando era el principio,
soportan la mordedura de su cincel.

Un hombre clavado en la grasienta arena.
A lo lejos un horizonte gris.

En el cielo no se ve ni un ave.
Sobre el mar flotan
peces muertos,
un barco sin rumbo
y algunos sombreros.

En medio de ese mar agonizante
puede apenas apreciarse,
cual fantasmal testigo de El Infierno
una pequeña isla
con media docena de árboles
desnudos y secos.

La playa esconde sus memorias
bajo un plomizo manto
de rojos recuerdos:
potes de leche
y de cerveza.
Envases para aceite
y gasolina,
periódicos
y cauchos,
zapatos y…
…y puede verse
de trecho en trecho
un perro
y un anciano
muertos.
un pájaro,
una mujer,
una rata,
un niño,
o un cangrejo.

Restos de lo que fue una botella de licor
hacen sangrar los pies de El Hombre.
Pero este no se inmuta.
A sus ojos se asoma,
amenazante,
el sobrecogedor brillo del vacío.

Una amarillenta hoja de periódico,
donde en grandes titulares
puede apenas leerse
algo acerca de como El Mundo
si no se cuida se muere….

-AND THE IM_INENT AT_MIC WAR
AGAINST BARBA_IAN COUNTRI_S-

revolotea sobre su cabeza
como invitándolo a unirse a su vuelo.

Pero El Hombre no hace caso.
Esta clavado en la playa.

De repente ya no hay sol.
Sobre la tierra se ha extendido
un velo negro.

A través de la atmósfera
espesa y sucia
pueden vislumbrarse aún
dos o tres estrellas
que hacen continuos guiños
como burlándose de El Hombre.

Pero a él nada le importa.
Está clavado en el agua.

El ronquido de las olas al morir
mata el silencio de la sucia playa.
Pero El Hombre no lo escucha.
Ni siente el corte del agua helada.

El viento pasa raudo
como queriendo dejar atrás
el olor a cadáver que lleva en su regazo.

Y La Luna comienza su paseo
sin importarle El Hombre
clavado en el agua.

Entonces El Hombre,
suavemente,
pausadamente,
vuelve su rostro hacia el firmamento.
Y dirige sus ojos
a las, casi invisibles, estrellas.
Con un débil afán de ver
que se esconde
mucho más allá de ellas.

Y en ese momento,
el último hombre
suspira por última vez.
Y el agua acude de pronto
a sepultarle la cara.

Y queda en el aire,
en suspenso…
El Ultimo Suspiro.


José Sequeiros

Puerto Ordaz, 1969

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El que calla ante la injusticia y la tiranía, no hace otra cosa que esconder, detrás del silencio, su cobardía.