sábado, enero 07, 2012

CANCIÓN DE AMOR (o los hombres malos)

CANCIÓN DE AMOR (o los hombres malos)
(Breve historia para niños.
De como el amor pudo redimir las almas.)




Llegaron en plena noche,
cuando la Luna no estaba.
Aullando cual fieros lobos,
deslizándose cual ratas,
entre unas sombras tan negras
que semejaban sus almas.
Todo ocurrió de sorpresa
en aquella aldea mansa.
Los viejos y las mujeres,
niños y hombres gritaban.
Tan espeso fuera el miedo
que las manos lo tocaban.

De pronto entre aquel tumulto
se oyó una voz que tronaba.
Su clamor era tan grande
que ni el cielo la callara.
El más viejo de la aldea
fue quien de esta forma hablara:
“llegaron los hombres malos,
los del hierro y de la llama.
Llegaron con sus pistolas
a matar nuestra esperanza.
A saquear nuestro pueblo
y destruir nuestras almas.
Hagámosles ¡presto! frente
con valor pero sin armas.
Que el calor de nuestro pecho
sea la única lanza
que traspase sus cabezas
y destroce sus gargantas.
Probémosles que el Amor
arde más, aún, que su fuego
y sin embargo no mata.
Podrán saquear el pueblo
mas nunca robar las almas”.

Se blandieron los machetes
en aquella aldea brava.
Y rodaban las cabezas
que por cientos se contaban.
Relucían las pistolas,
a cuya voz dolorosa
los corazones sangraban.

Todos los habitantes
de aquel pueblito sin nombre,
del más anciano al más joven,
fueron uniendo sus voces
en esa terrible noche
que sus carnes desgarraban.
Entre gritos y sollozos,
entre lamentos y lágrimas,
todos a un tiempo cantaban
una canción tan serena
y con fuerza tan extraña
que la escucharon las gentes
de las tierras más lejanas.
Y postrados de rodillas,
acurrucando sus almas
temerosos de aquel eco
se decían unos a otros:
“es el mismo Dios quien canta”.

Y las gentes de aquel pueblo
lucharon con su canción
esgrimiéndola cual arma:
“yo te amo hombre perverso,
hombre malo
hombre sin alma.
Te amo porque estás solo.
Por ser pequeño y sin casa.
Te amo porque no tuviste madre
que, como yo, te cantara.
Porque cuando eras un niño
no conociste el Amor.
Porque nunca miraste al pájaro
cuando besaba la flor.
Te amo, señor ladrón,
bandolero desalmado.
Te amo porque el Amor
siempre lo tengo a mi lado.
Lo llevo en el corazón
y te lo escupo a la cara.
Yo te amo más que nunca
cuando el puñal en mi clavas
pues, El Amor va en la sangre
con la que ahora te empapas.

Cantaron con tanto Amor.
Amaron de tal manera
las gentes de aquella aldea
en esa noche macabra,
que aquellos hombres malvados
fueron perdiendo su saña.

Tornóse entonces la noche
cual nunca antes más clara.
La Luna se hizo visible
y con su luz plateada
envolvió a los hombres malos
que…
como niños lloraban.



José Sequeiros                                         Puerto Ordaz, 1.979

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