No es tu mano lo que pido,
dame solo tu mirada
para que en calles oscuras
encuentre el camino a casa.
Tus ojos son lo que quiero
como luceros del alma,
que me alumbren el camino
hacia nuevas madrugadas.
Que cuando me sienta solo
y la tristeza me invada,
pueda sentarme a tu mesa
sin decir una palabra
para compartir tus sueños
y revivir mis andanzas.
Sintiendo que me comprendes.
Sabiendo que me haces falta.
Que solo el silencio hable
que no me preguntes nada,
ya conoces mis infiernos,
sabes de mis añoranzas.
¡Ay, amiga! Amiga,
siempre enjugando mis lágrimas.
¡Ay, amiga! Solo escucha.
¡Por favor! ¡no digas nada!
Y, abrázame fuertemente,
amiga,
con tu mirada. |
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El que calla ante la injusticia y la tiranía, no hace otra cosa que esconder, detrás del silencio, su cobardía.